La actividad de las fichas consistió en que a cada uno de nosotros se nos daba un sobre con fichas de varios colores, teníamos que ir haciendo intercambios, pero había diferentes reglas que teníamos que seguir para poder juntar más puntos. El que más puntos juntara obtendría 100 de calificación y de ahí para abajo, todo dependía de la cantidad de puntos que hicieras en el juego para así obtener una buena o mala calificación.
Considero que al principio no le dimos mucha importancia a eso, pues todos queríamos jugar un juego limpio; pero una vez que vimos que las calificaciones eran muy bajas, empezamos la competencia por hacer más y más puntos, pero aquí fue cuando el problema comenzó, llamó problema a la corrupción que surgió dentro del salón durante el juego.
Pude darme cuenta de muchas cosas con este juego, una de ellas es que estamos muy acostumbrados a competir en vez de ver por el bien común, nos volvemos egoístas y solo importa conseguir nuestro bienestar sin pensar en ayudar a los demás. En este caso era la calificación, todos queríamos obtener la mejor calificación por eso el juego se convirtió en una competencia; de igual manera pude darme cuenta de que aplicamos y cambiamos las reglas solamente para nuestra beneficio, pues cuando tenemos el poder de decidir cómo se van a hacer las cosas cambiamos todo, aunque no sea realmente necesario, abusamos del poder que se nos da.
Tristemente pude darme cuenta cómo fue que en las últimas rondas del juego ya nadie seguía las reglas establecidas y que lo único que hacíamos era trampa pues lo que nos interesaba era sumar la mayor cantidad de puntos a costa de lo que fuera. Lo que todos hicimos fue inventar intercambios que no habíamos hecho, cambiábamos fichas del mismo color, en sí no respetamos las reglas previamente establecidas; pero todo fue porque queríamos lograr la mayor cantidad de puntos.
Considero que el juego tuvo un inicio de manera legítima, en la que todos queríamos hacer las cosas de forma honesta; pero después de que comenzamos a darnos cuenta que varios de nuestros compañeros estaban haciendo trampa, nos fuimos envolviendo en “su juego” en el que al final todos sino es que la mayoría nos volvimos corruptos.
No puedo decir que nadie fue totalmente honesto, ya que con la persona que quisieras hacer intercambio te proponía hacer trampa, y fue ahí cuando todos caímos en el juego sucio en el que nos vimos envueltos.
Todo esto me hizo reflexionar bastante, porque en ese momento era tan solo un juego, pero desgraciadamente así funcionan las cosas en nuestro mundo. Se supone que nosotros como universitarios deberíamos de actuar conforme a lo correcto pero no lo hicimos, entonces que se puede esperar de la gente que no está preparada y que puede ser engañada o manipulada fácilmente.
Creo que este juego hizo que me diera cuenta de lo importante que es comportarme siempre con valores, ser honesta y respetar las reglas, es la única manera en la que podemos cambiar la realidad corrompida de nuestro país, empezando por uno mismo y después intentar lograr el cambio en los demás.
Creo que de igual forma pude darme cuenta cómo es que está es la realidad presente en nuestras vidas diarias en la que somos capaces de hacer cualquier cosa con tal de obtener lo que queremos como lo puede ser una buena calificación, un buen puesto, dinero, etc. Esto no tiene nada de malo, el aspirar a ser el mejor en lo que estés haciendo, pero siempre y cuando tú estés consciente de que lo hiciste de manera ética.
Es una especie de poner todo en una balanza y establecer prioridades en nuestras vidas y conforme a eso poder tomar nuestras decisiones.